INTRODUCCIÓN
La creencia de que la personalidad cambia poco a lo largo de la vida se apoya en:
- La confianza en que sea estable es lo que permite predecir la conducta propia y ajena. Nos permite establecer compromisos de desarrollo personal. Influye en aspectos nucleares de las relaciones. En la medida en que gran parte de nuestra vida depende de nuestra interacción con los demás, el ser capaz de imaginar cómo me van a responder en el futuro es esencial.
- Posibilita anticipar y planificar el futuro. En la medida en que podemos anticipar cómo seremos dentro de 40 años y cómo serán los que nos rodean, podemos anticipar nuestro futuro, preparar nuestra jubilación, etc.
- Es la base del sentido de la propia identidad y el hilo conductor, el factor unificador que da sentido y coherencia a nuestras vidas.
Cuando en la edad adulta hacemos balance del pasado, lo que se valora es el grado de cumplimiento de los intereses, motivaciones, que han guiado nuestra vida (y que constituye una parte esencial de nuestra personalidad).
La personalidad es permeable a las circunstancias que acompañan nuestro desarrollo y cambia ciertamente a lo largo de la vida; estos cambios suelen ser pequeños y graduales por lo que se mantiene la sensación de que la personalidad es más estable de lo que realmente es.
¿ES ESTABLE LA PERSONALIDAD?
Estrategias de Investigación
Para analizar si la personalidad se mantiene estable o cambia con el paso de los años, en paralelo al proceso de maduración biológica y social, se han considerado esencialmente dos criterios:
- Cambios con la edad de las Diferencias Individuales en personalidad. Si el nivel relativo que cada uno tiene en las diversas variables de personalidad cambia o permanece estable a lo largo de la vida. Por ejemplo: si un individuo se sitúa por encima de la media en Extraversión a la edad de 15 años, y a los 40 años sigue puntuando por encima de la media del grupo poblacional de referencia, podremos afirmar que la extraversión es una dimensión estable de personalidad. El procedimiento de análisis ha consistido en calcular la correlación entre las mediciones de personalidad efectuadas sobre la misma población en distintos momentos temporales. Hablaríamos de estabilidad, si el coeficiente de correlación test-retest es elevado.
- Cambios en los niveles medios
poblacionales en las variables de personalidad asociados a la edad. Lo que interesa es ver que si se producen cambios en términos
absolutos en las variables de personalidad paralelos a la edad. ¿Se es más o
menos extravertido en la adolescencia, que en la edad adulta? Se han empleado 2
estrategias de análisis, correlacionar las puntuaciones en las variables de
personalidad con la edad de los sujetos, o alternativamente, calcular si
difieren significativamente las puntuaciones medias en las dimensiones de
personalidad de grupos de sujetos que se diferencian en edad (o de los mismos
sujetos).
- Mientras más pequeño sea el coeficiente de correlación personalidad-edad, mayor diríamos que es la estabilidad de la personalidad.
- La personalidad se mantiene estable, o ha cambiado poco, si no existen diferencias, o éstas son insignificantes, en los niveles medios de las variables de personalidad que estemos evaluando que presentan sujetos de distintas edades.
Se han empleado 2 tipos de estrategias o diseños de investigación: estudios transversales y estudios longitudinales:
- Estudios transversales. Se toman las mediciones de personalidad en un solo momento sobre individuos que difieren en edad. Resultan relativamente cómodos de realizar, los datos se obtienen rápidamente y se puede disponer de resultados en un período corto de tiempo. Presentan un punto débil importante: que en estos estudios pueden estarse confundiendo los efectos “madurativos” (debidos al avance de la edad) con los “generacionales” (asociados a que distintos subgrupos de edad pueden diferir en otros factores).
- Estudios longitudinales. Las mediciones de personalidad se repiten en dos o más momentos a lo largo del ciclo evolutivo de un mismo grupo de sujetos. En estos estudios no se daría el “efecto generacional”, puesto que todos los sujetos van avanzando en edad al mismo tiempo, y por tanto atravesando similares circunstancias. Mayor apoyo para afirmar que los cambios se deben al proceso de maduración asociado al crecimiento en edad y no a otros factores ajenos a este proceso evolutivo. Es preciso señalar, que esta certeza nunca sería absoluta, ya que pueden darse diferencias, en el modo en que tales factores afectan y condicionan el proceso de maduración. La posibilidad de control sobre la muestra es mucho menor (pérdida de sujetos). Principal razón para que los estudios de corte longitudinal sean mucho menos frecuentes, pese a la mayor fiabilidad de los resultados.
Evidencia Empírica
Estabilidad de las Diferencias Individuales.
El nivel que cada persona alcanza en las variables de personalidad, en relación con su grupo de referencia, ¿se mantienen o cambia a lo largo de la vida?, ¿se produce, o no, un cambio relativo en los distintos indicadores de la personalidad?
Diseño longitudinal llevado a cabo por Costa y McCrae. En este estudio se evaluaron, en una muestra de adultos de 25 a 84 años, las dimensiones de Neuroticismo, Extraversión y Apertura Mental, con un intervalo de 6 años entre la 1ª y la 2ª medición, tomando datos de autoinformes y heteroinformes. Adicionalmente y con un intervalo entre evaluaciones de 3 años se tomaron datos de autoinforme sobre las dimensiones de Afabilidad y Tesón. Las dimensiones de personalidad evaluadas muestran una significativa estabilidad, tanto cuando se consideran los datos aportados por los propios sujetos, como cuando se tomaron las evaluaciones ofrecidas por los/las esposos/as de los sujetos. Cuando estos coeficientes se corrigieron para atenuar la potencial falta de fiabilidad de las medidas, que obviamente nunca son perfectas, todos ellos eran superiores a 0’90, indicando que la personalidad, presentaba una extraordinaria estabilidad temporal.
Estos resultados indicarían que tales cambios se han debido producir en toda la población, de forma que la posición relativa de cada individuo en las variables en estudio permanece estable. Ejemplo: el que estaba por encima de la media poblacional en Neuroticismo cuando tenía 25 años, sigue estando por encima cuando tiene 40, aunque en este intervalo de tiempo su puntuación absoluta haya cambiado, pero no en relación con la media poblacional.
Contraste entre cambio subjetivo y estabilidad objetiva. Las impresiones subjetivas de cambio en la personalidad con el paso de los años son inconsistentes con los datos objetivos que vienen a demostrar que no hay grandes cambios en personalidad asociados a la edad:
- La mayoría de los sujetos percibían gran estabilidad en su personalidad (51% que no había cambiado nada; 35% que había cambiado poco). Es consistente con los datos objetivos, procedentes de autoinformes y heteroinformes.
- El 14% creía que habían cambiado mucho. Esto no recibe apoyo de los datos objetivos.
La maduración no necesariamente se ha de traducir en un cambio cualitativo de nuestra estructura de personalidad, sino en que hacemos un uso distinto, probablemente más ajustado a la realidad, de nuestros recursos y potencialidades adaptativas que constituye la parte sustancial de nuestra personalidad. Desde esta perspectiva, la sensación de que nuestra personalidad cambia con el paso de los años está en gran medida condicionada por el hecho de que nos enfrentamos a situaciones y roles distintos.
Cambio en los Niveles Medios de las Variables de Personalidad.
La personalidad es bastante estable, al menos cuando se toma como indicador el nivel que cada individuo mantiene en relación con la población que le sirve de referencia. Sin embargo, no permite descartar que se hayan producido cambios en términos absolutos en las características de personalidad en función de la edad.
Es importante distinguir entre estabilidad absoluta y relativa:
- Estabilidad absoluta de la personalidad: grado en que la puntuación absoluta que el individuo presenta en la variable de personalidad evaluada cambia o permanece estable a lo largo de la vida.
- Estabilidad relativa de la personalidad: grado en que el nivel que cada persona presenta en una variable de personalidad, en comparación con su grupo de referencia, cambia o permanece estable a lo largo del periodo de tiempo sometido a evaluación o, en general, a lo largo del ciclo vital. Se habla en este caso de cambio o estabilidad de las diferencias individuales.
Por ejemplo, el sujeto que estaba por encima de la media poblacional en Neuroticismo cuando tenía 25 años, sigue estando por encima cuando tiene 40, aunque en este intervalo de tiempo su puntuación absoluta haya podido cambiar, pero no en relación con la media poblacional.
Para estudiar la presencia de estabilidad o cambio en los niveles absolutos de las variables de personalidad con el paso de los años, se han empleado 2 estrategias.
- La primera, asociada a los estudios transversales, puede hacerse de dos formas:
- Calculando el coeficiente de
correlación entre edad/variable de personalidad.
- Contrastando los niveles medios en las variables de personalidad que presentan sujetos de distintos rangos de edad.
- La segunda, asociada a estudios longitudinales, consiste en calcular la diferencia entre las puntuaciones en personalidad que obtienen los sujetos en los distintos momentos de evaluación que se lleven a cabo a lo largo del período de seguimiento.
Un ejemplo de la primera estrategia (estudios transversales: ¿existe correlación entre personalidad y edad?), el estudio de Costa y McCrae obtiene coeficientes significativos, pero de una magnitud absoluta pequeña: Extraversión (–0,12), Neuroticismo (–0,12), Apertura Mental (–0,12), Afabilidad (0,17), Tesón (0,09).
La tendencia sugiere que los pequeños cambios producidos se orientan en:
- Una disminución con la edad de los valores medios en Extraversión, Neuroticismo y Apertura Mental.
- Un incremento leve en las dimensiones de Afabilidad y Tesón.
Esta evolución parece lineal, salvo en el caso del Neuroticismo, donde los datos mostraban una cierta asociación curvilínea (descendía hasta los 75 años, para iniciar un ascenso a partir de esa edad).
Siguiendo la otra estrategia (estudios longitudinales: ¿se observan diferencias en puntuaciones medias en las variables de personalidad?), destaca el estudio realizado por Helson y Kwan. Las principales conclusiones de este balance de investigación longitudinal indican que efectivamente se producen cambios en las diversas facetas de personalidad: las personas mayores tienden a presentar mayores niveles de autocontrol, responsabilidad y cooperación (aspectos asociados a la disminución en Neuroticismo e incremento en las dimensiones de Tesón y Afabilidad), mientras al mismo tiempo presentan una menor flexibilidad, habilidad e interés para la interacción social (paralelo al descenso en Apertura Mental y Extraversión).
El meta-análisis realizado por Robert, Walton y Viechtbauer a 92 estudios y amplias muestras de sujetos arroja un perfil evolutivo similar, concluyendo lo siguiente:
- La Afabilidad y Tesón muestran un perfil de crecimiento continuo en las etapas del ciclo vital.
- La Estabilidad Emocional muestra un incremento significativo hasta la edad adulta (40 años) para seguir mostrando pequeños incrementos de escasa significación y un ligero descenso a partir de los 70 años (perfil consistente con la evolución que mostraba esta misma dimensión en investigaciones previas en las que se evaluó en términos de Neuroticismo).
- La Apertura Mental muestra un perfil curvilíneo con un crecimiento hasta la edad adulta, estabilizándose con pequeños cambios hasta la década de los 60, donde inicia un descenso significativo.
- En cuanto a la Extraversión, se analizaron dos facetas distintas debido a que el perfil evolutivo de las dimensiones consideradas de forma global puede no reflejar el comportamiento de los aspectos específicos integrados:
- La Vitalidad Social, que abarca sociabilidad y afecto positivo, disminuye con la edad.
- La Dominancia Social, que incluye asertividad, independencia y autoconfianza (especialmente en contextos sociales), incrementa con la edad.
Los datos de este estudio apuntan a que las primeras etapas de la edad adulta como el período en el que se producen mayores cambios en personalidad y de signo positivo en la gran mayoría de las dimensiones, cuestionándose así en cierta medida la idea frecuentemente sostenida (defensores de la hipótesis de la estabilización del desarrollo de la personalidad en torno a los 30 años) de que sería la adolescencia la etapa vital en la que se concentrarían los mayores cambios.
En suma, se puede concluir:
- Existe una notable estabilidad en las diferencias individuales en personalidad, es decir, la estabilidad relativa se mantiene a lo largo del ciclo evolutivo.
- El peso absoluto medio de las distintas variables de personalidad cambia con la edad, es decir, la estabilidad absoluta varía a lo largo del ciclo evolutivo.
¿CUÁNDO ESTÁ CONSOLIDADA LA PERSONALIDAD?
Han existido cuatro hipótesis a la hora de establecer un momento en el curso vital de las personas en el que se supone que la personalidad estaría consolidada y se habría alcanzado el nivel de máxima consistencia (las dos últimas son relevantes para la investigación).
- Hipótesis psicoanalítica la personalidad está estructurada en la infancia, alrededor de los 5 años.
- Una segunda hipótesis parte del supuesto de que la personalidad está consolidada en la edad adulta y que ésta se alcanza en torno a los 20 años (su autor, Bloom, la revisó, aceptando cambios posteriores a esa edad).
- La propuesta por Costa, McCrae y cols. viene a proponer que la máxima estabilidad se alcanzaba en torno a los 30 años, aunque pudiesen presentarse cambios en edades posteriores.
- La apoyada en los datos del meta-análisis de Roberts y DelVecchio, sostiene que la personalidad se mantiene flexible y sigue evolucionando a lo largo de la edad adulta, hasta edades posteriores a los 30 años
¿Se alcanza el techo de estabilidad de la personalidad en torno a los 30 años?
Costa y McCrae: si se toman conjuntamente los resultados de los estudios transversales y longitudinales, “hay poco cambio durante la mayor parte de la edad adulta en los niveles medios de los rasgos de personalidad”.
La investigación disponible sugiere que el efecto de los factores genéticos y del ambiente compartido tiende a disminuir con la edad y que los cambios que se producen en la personalidad a lo largo del ciclo vital van teniendo que ver cada vez menos con la predisposición genética y más con las particulares circunstancias que configuran el entorno psicosocial en que se desenvuelve la vida de cada persona.
Como los cambios suelen ser pequeños y tienen lugar a lo largo de períodos dilatados de tiempo (salvo cuando se afrontan experiencias traumáticas o acontecimientos vitales severos), la presencia de cambio es menos perceptible y se tiene la impresión de que prácticamente no hay existe. Cuando el entorno estable de la edad adulta cambia (jubilación, cambio de amistades, etc.) puede observarse que la percepción de estabilidad disminuye y se incrementa la sensación de cambios en el modo en que uno afronta las dificultades y se relaciona con los demás, e incluso en el modo en que uno se percibe y valora a sí mismo.
¿Sigue Evolucionando la Personalidad en la Edad Adulta?
Afirmar que la personalidad está consolidada a los 30 años, supone que en torno a esa edad se alcanzan los niveles máximos de estabilidad en las distintas variables; de forma que si estos niveles fluctuasen en edades posteriores, habría que sumir que la personalidad no necesariamente está consolidada a los 30, sino que puede seguir evolucionando, presentando cambios, en etapas posteriores del curso vital del individuo.
Esto es lo que viene a demostrar el estudio llevado a cabo por Roberts y Del Vecchino, en el que llevaron a cabo un meta-análisis de 152 estudios longitudinales, que permitieron computar 3.217 coeficientes de correlación test-retest.
Parece claro que la personalidad se mantiene flexible a lo largo de todo el ciclo vital, posibilitando la introducción de cambios que, por una parte, serían fruto del esfuerzo adaptativo del individuo y, por otra, suponen el reajuste de las competencias, potencialidades y recursos desde los que el individuo seguirá haciendo frente a los retos futuros.
La evolución de la estabilidad relativa de las variables de personalidad sigue un perfil curvilíneo, de manera que la estabilidad va creciendo hasta aproximadamente los 50 años, para descender en edades más avanzadas. La investigación generada hasta el momento no presta, sin embargo, apoyo a esta hipótesis tal cual está formulada.
CAMBIO Y PERIODOS CRÍTICOS
Existen fases de transición, períodos críticos, en los que se producen mayor cantidad de cambios. Si el índice de estabilidad no crece, indicaría que se ha entrado en una fase de cambios (menor estabilidad).
La idea que parece aceptable y está presente en algunos de los estereotipos más comunes (paso a la adolescencia, inicio de la juventud, etc.), suele estar asociada al entendimiento de la evolución vital como una sucesión de etapas cronológicamente pautadas, por las que se supone pasan todas las personas. En este sentido podrían interpretarse las fases de estancamiento observables en los intervalos 40-49 y 60-73, presumiblemente asociados a la supuesta crisis de la edad adulta media y al período en torno a la jubilación, respectivamente.
Esta sugerencia no posee gran apoyo empírico, sobre todo cuando depende de la evolución cronológica.
El modo en que se hace frente a determinadas circunstancias influye en la personalidad, produciendo cambios de mayor o menor intensidad y duración, en función de la naturaleza de la situación y de los recursos personales desde los que uno la afronta.
Personalidad y Cambio Contextual
Eccles y cols. plantearon la siguiente cuestión: ¿Cambia la personalidad en los períodos de transición; ¿por ejemplo, al pasar de la escuela primaria a la secundaria?; fase que coincide con el inicio de la adolescencia. Como indicadores de la personalidad, se analizaron los cambios en Autoestima y Autoconcepto, expresado en la percepción que tiene el sujeto respecto de su competencia en distintos ámbitos, como las relaciones interpersonales (ámbito social), áreas escolares (ámbito académico) o actividades físicas (deportes).
Para dar respuesta a estas cuestiones se tomaron los siguientes criterios:
- ¿Se producen cambios globales en
las diversas facetas evaluadas? Parece que
sí.
- El nivel de Autoestima disminuye al pasar a la nueva situación (cambio de los momentos de evaluación 2º a 3º), aunque se recupera a lo largo del curso.
- El Autoconcepto varía según la faceta evaluada:
- Social. Relaciones interpersonales, sube en 6º, desciende significativamente tras la transición, para recuperarse, pero mínimamente, a lo largo del año 7º.
- Académica. Desciende a lo largo de todo el año de transición.
- Deporte. Desciende paulatinamente a lo largo de las 4 evaluaciones.
- Los patrones de cambio tienden a ser parecidos en chicos y chicas.
- Estabilidad de las Diferencias. ¿El nivel relativo de Autoestima o el Autoconcepto en sus diversas facetas cambian significativamente a lo largo del período de transición? Estaríamos midiendo en este caso “estabilidad relativa”, por ejemplo, ¿el que en primaria tenía poca autoestima, sigue o no, teniendo poca autoestima en secundaria; o, por el contrario, podría suceder que uno que en primaria tenía mucha autoestima, en secundaria tenga muy poca, ¿por el simple hecho de haber atravesado una etapa de transición? Se contrastaron las correlaciones, para cada una de las variables. El balance de estos análisis indica que, por lo que respecta a Autoestima, no solo no parece haber deterioro, sino que la estabilidad se incrementa a lo largo de 2º año, a medida, al mismo tiempo, que los sujetos crecen en edad. Los datos relativos al Autoconcepto indican que: en las facetas Social y Deportes la estabilidad aumenta con la edad, aunque no quiere decir que no se haya producido un pequeño descenso o inestabilidad durante el cambio.
En el caso de la Académica, hay un descenso más pronunciado que en las otras 2 facetas, mostrando, por tanto, una mayor inestabilidad en ese periodo.
La estabilidad de los diversos criterios evaluados parece incrementarse incluso durante este período de transición. Cuando la transición provoca un cambio significativo, ello suele ocurrir en aquellos ámbitos en los que la situación ha cambiado más significativamente, dando lugar a que cambien de manera sustantiva las experiencias del individuo en las que basa su Autoconcepto.
Por lo que respecta a las diferencias de sexo, los chicos en general parecen más estables que las chicas. Si analizamos cada faceta, en la Académica y Social, las diferencias no son muy relevantes; en cambio, sí lo son en la faceta Deportes, hecho que confirmaría las expectativas de las teorías sobre diferencias de género.
- ¿Son estos efectos algo puramente subjetivo, o se corresponden con la realidad, de forma que coincidirían con la valoración que hiciera una persona que observa al sujeto? Los datos tienden a mostrar que la certeza con la que los sujetos (más los chicos que las chicas) se evalúan, se incrementa a lo largo del período de evaluación. Esto iría en la misma dirección de aumento de maduración y consolidación de la identidad personal, que se estaría produciendo en esta etapa del ciclo vital de los individuos y que no se ve alterada sensiblemente por cambios situacionales como los estudiados en esta investigación.
Personalidad y Situación Traumática
Investigación de Elder y Clipp en la que analizaron el impacto de la experiencia de combate en soldados americanos y de quienes se disponía de evaluaciones de su personalidad cuando eran adolescentes.
De los datos recogidos durante el seguimiento que se extendió hasta que los sujetos habían entrado ya en la década de los 60 (40 años después de la experiencia de combate), merecen destacarse 2 aspectos: en primer lugar, la persistencia de balance que hacían de la experiencia de guerra; en segundo lugar, el impacto que tal experiencia crítica ha ejercido en sus vidas.
1.- Persistencia: 40 años después seguían manteniendo muy vivos algunos de los aspectos más negativos de aquella situación, como, por ejemplo, la ansiedad y sufrimiento padecidos, muchos de ellos aún tenían pesadillas relacionadas con escenas de combate y manifestaban sentir aún el dolor por la muerte y pérdida de amigos. Sin embargo, reconocían que de aquella experiencia también habían sacado consecuencias positivas, que aún les era de utilidad en sus vidas. Habían aprendido estrategias para hacer frente a la adversidad; habían incrementado su capacidad de autodisciplina y habían aprendido a valorar la vida.
2.- Impacto: la posible incidencia sobre aspectos diversos de su personalidad. Para ello se procedentes de evaluaciones efectuadas en la adolescencia, con nuevas evaluaciones llevadas a cabo cuando tenían 40 años. Se apreció una significativa incidencia de la experiencia por la que habían pasado unos 20 años atrás. Habían incrementado su nivel de asertividad, capacidad y flexibilidad adaptativas, capacidad de esfuerzo y autocontrol, y se mostraban significativamente más seguros de sí mismos y con capacidad para hacer frente a las dificultades.
FACTORES MODERADORES
Factores a partir de los estudios meta-analíticos llevados a cabo
por Ardelt, Bazana y Stelmack y Roberts y cols. La bondad que ofrecen estas
investigaciones se apoya en el hecho de que el empleo de meta-análisis ha
posibilitado que se analicen los resultados de un volumen considerable de
estudios, rangos de edad entre 10 y más de 70 años, intervalos entre <3 y
>40 años, tipos de variables e indicadores de personalidad e instrumentos de
evaluación.
INTERACCIÓN PERSONALIDAD-AMBIENTE
La personalidad sigue evolucionando a lo largo de toda la vida; evolución de la que es producto y al mismo tiempo agente activo de cambio. La personalidad es potencial de acción y adaptación y como tal actúa y se actualiza en interacción con el medio. No se desarrolla en el vacío, sino que es producto del conjunto de circunstancias que rodean la vida del individuo; es producto igualmente de los esfuerzos adaptativos del sujeto, pero, al mismo tiempo, es agente y parte activa de la evolución y cambio de esas mismas circunstancias contextuales; parte muy activa del proceso adaptativo mediante el que se va desarrollando el proyecto vital de cada persona, grupo, de la sociedad en general.
El papel activo de la personalidad explica que existen “Diferencias Individuales” en el proceso adaptativo que define a cada persona. Dicho proceso es peculiar, diferente, propio de cada individuo, en base, a la interacción recíproca que en cada momento se está produciendo entre su potencialidad y recursos, por un lado, y entre las restricciones y demandas contextuales, por otro.
Personalidad y Contexto Socio-Histórico
El contexto cultural en el que se desenvuelve la vida del individuo condiciona su personalidad, de forma que ésta irá reflejando los cambios que en aquél se vayan produciendo y esto es así, o se cree y espera que sea así, tanto a nivel individual como a nivel poblacional.
Estudios de Twenge. Analiza los valores medios poblacionales en Extraversión y Neuroticismo/Ansiedad a lo largo de los últimos 30-40 años y cómo la evolución de las puntuaciones en estas dimensiones podría estar asociada a los cambios producidos en la sociedad durante este mismo período de tiempo:
- Extraversión. Incremento significativo durante el período evaluado (1966-1993). Correlación entre 0’65 y 0’78- entre la medida de la extraversión y el año en que se realizó la evaluación: supone un incremento entre 0’79 y 0’97 desviaciones típicas, que explicaba entre el 14% y el 19% de la varianza. Considerando los datos medios poblacionales, este cambio se tradujo de una puntuación media en extraversión de 11’59 en 1966 a 15’48 en 1993, agrupando datos relativos a hombres y mujeres. Este aumento puede deberse al incremento en la movilidad de la población (hablar con más gente, conocer más culturas) y, de manera más especial, cambios en el estilo educativo (orientado a mayor permisividad).
- Neuroticismo/Ansiedad. Incremento significativo en los niveles medios poblacionales (en torno a 1 desviación típica), que explicaba en torno a un 20% de la varianza. Este incremento parece asociarse a un cierto deterioro en la calidad de las relaciones interpersonales (mayor número de personas que viven solas, menos tasa de nacimientos) junto al incremento (subjetivamente percibido) de ciertas amenazas procedentes de la criminalidad, nuevas enfermedades, problemas de desempleo, etc.
Ajuste Personalidad – Contexto Social
¿Qué papel juega la personalidad en todo el proceso de cambio?, ¿qué consecuencias tiene el cambiar la personalidad para adaptarse al cambio social o, por el contrario, mantenerse ajeno a la presión social y, de alguna manera, “ir a contracorriente”?
Roberts y Helson (1997). Intentan dar respuesta a lo anterior mediante su investigación (muestra de mujeres a las que se siguió desde los 21 a los 52 años, con evaluaciones a los 21, 27, 43 y 52), en la que se analizó:
- Como incidió el incremento del individualismo, imperante en los 60 y 70 en la sociedad americana, en la evolución de la personalidad.
- El significado adaptativo del ajuste o desajuste que en el individuo pudo producirse entre su personalidad y el estilo de vida dominante en la sociedad.
Cambio Social y Personalidad
El estilo de vida dominante en la sociedad (años 60 y 70) produjo un incremento en individualismo en la muestra, para descender en los años 80. Las mujeres de la muestra asimilaron el estilo de vida imperante, identificada por:
- Mayor confianza en sí misma y menos en los líderes políticos.
- Mayor espontaneidad y expresividad emocional.
- Incremento en desinhibición conductual y defensa de valores, ideas y manifestaciones no convencionales.
La asimilación de la presión cultural corrió paralela a un descenso en aspectos como Adherencia a las Normas, incremento en Narcisismo (que engloba: impulsividad, asertividad, rebeldía, o satisfacción e indulgencia consigo mismo), Individualismo (originalidad, amplitud de intereses) y Energía (agresividad, asertividad o dominancia).
La Personalidad como Agente del Cambio
La importancia de los resultados anteriores reside en que evidencian el papel activo de la personalidad a lo largo de todo el proceso evolutivo. Los distintos factores de influencia social existentes en cada momento histórico, afectan a la personalidad, pero al mismo tiempo, pueden afectar de distinta manera en cada individuo, en base, precisamente, a la peculiaridad e idiosincrasia (personalidad) con que cada persona se acerca y negocia (asimilando, cambiando o rechazando) la influencia contextual.
Si bien la presión social produjo cambios en toda la muestra, no todos los sujetos mostraron este cambio en la misma etapa de sus vidas.
- Entre los 21-27 años, tan sólo el 47% de la muestra mostró incremento en la medida de individualismo.
- Entre los 27-43 años, el porcentaje ascendió al 73%.
- Entre los 43-52 años se produjo un claro descenso en individualismo en el 60% de la muestra, mientras aún un 29% mostraba incremento en individualismo.
La evolución observada en la muestra es reflejo de la propia evolución del clima individualista en la sociedad americana entre las décadas de los 60 y 80, que alcanzó su apogeo dese mediados de los años 60 hasta principios de los 80 (período equivalente al tramo de edad de 27 a 43 años de la muestra), para suavizarse significativamente a partir de entonces. Desde esta perspectiva no es extraño que la mayoría de la muestra cambie hacia el individualismo cuando estaba entre los 30 y mitad de sus 40 años, para regresar hacia posturas más “socializadas y comunitarias” coincidiendo precisamente con la disminución de la presión social hacia el individualismo.
La evolución del cambio personal en sintonía con el cambio social se debe, a las consecuencias que tiene para el individuo el ajustarse a lo que comúnmente se ha denominado en la literatura sobre el tema “reloj social” (conjunto de expectativas que la sociedad mantiene acerca de los roles, valores, actitudes y conductas que cada uno debería desarrollar en las distintas etapas de su vida). La trayectoria vital se puede analizar como una secuencia de roles, definidos culturalmente para cada edad, que cada uno va enfrentando en las distintas edades y que vienen a constituir la realidad psicológica a la que cada uno se enfrenta con sus recursos personales y sociales.
La transición y ajuste exitosos a los roles previstos socialmente para cada edad vienen a constituir la realidad nuclear a la que el individuo se enfrenta a lo largo de su vida. La tarea para el estudioso de la personalidad será entonces analizar cómo los individuos, desde su particular dotación biopsicosocial confrontan y se adaptan a tales transiciones y roles, sin olvidar que estos al mismo tiempo acontecen en un mundo históricamente cambiante. La diferencia entre unas personas y otras no estaría en las unidades específicas, sino en el patrón interactivo que caracteriza el modo en que cada uno intenta adaptarse a los retos propios de cada edad.
Diferencias Individuales en Estabilidad / Cambio
La distribución de los porcentajes de la muestra, pone en evidencia que, pese a las presumibles ventajas que pueda reportar el introducir cambios en nuestras vidas en el momento apropiado y en sintonía con los vectores de influencia social existentes en cada momento, no todos los sujetos cambiaron al mismo tiempo.
¿Quiénes cambiaron en el momento oportuno, adaptándose al reloj social y cultural? Aquellos que previamente presentaban un mejor ajuste personal y social. Los datos indican cómo las mujeres que cambiaron “a tiempo”, en contraste con las que lo hicieron demasiado pronto o tarde, mostraban una mayor confianza en sí mismas, presentaban menores niveles de ansiedad, eran abiertas, éticamente consistentes y menos vulnerables psicológicamente.
Aquellos sujetos que presentaron un mayor ajuste psicosocial y fueron acompasando su evolución personal con la evolución de las presiones culturales, a diferencia de quienes asumieron el cambio en un momento inadecuado de sus vidas, mostraban un mayor grado de ajuste personal, reflejado en mejores indicadores de salud, un clima familiar basado en la interacción igualitaria entre los miembros y bajo en jerarquización y una más sólida red de apoyo social.
Helson y Soto. Con una muestra de mujeres, analizaron los cambios en personalidad asociados a la evolución de los roles sociales (ámbito familiar y laboral) y estatus profesional de mujeres entre los 27 y los 61 años.
Se observó cómo, en paralelo al mayor nº de roles sociales e implicación en el trabajo, se produjo un incremento en aspectos relacionados con las dimensiones de Tesón y Extraversión (esfuerzo, disciplina, responsabilidad, adherencia a las normas sociales, confianza en sí mismo, etc.) que iniciaban un descenso a partir de la mitad de la década de los 50 a medida que iba disminuyendo la presión socio-laboral sobre las participantes en la investigación.
Adquiere la evidencia aportada por la investigación sobre genética y personalidad, acerca del peso que tienen las circunstancias contextuales “no compartidas”, circunstancias que acontecen específica y diferencialmente al individuo, y también y de manera muy especial, al carácter modulador que las características del individuo introducen en la situación, de forma que es vivida hasta cierto punto como única, aun cuando por las propias características intrínsecas de la situación pueda ser común a otras muchas personas.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
- Existe una significativa estabilidad en las diferencias individuales en personalidad.
- La magnitud de los coeficientes de estabilidad relativa, sin ser perfecta, es notablemente alta (coeficiente medio en torno a 0,58), dependiendo en gran medida del intervalo test-retest.
- Podría sugerirse un perfil evolutivo que se orientaría hacia una disminución de los valores absolutos en las dimensiones de Extraversión, Neuroticismo y Apertura Mental, mientras que parecen incrementarse con la edad los niveles de dimensiones como Tesón y Afabilidad.
- La personalidad se mantiene flexible a lo largo de todo el curso vital prácticamente, incorporando cambios que, aunque normalmente pequeños y que se producen a lo largo de períodos dilatados de tiempo, reflejan la maduración del individuo y le facilitan el proceso adaptativo.
- En circunstancias ordinarias, el cambio, fruto del necesario intercambio con las demandas de la situación y los distintos roles que uno va asumiendo, se produce de manera gradual y se asimila en la evolución global de la personalidad dando la sensación de continuidad a lo largo de la vida. Ello no impide que existan períodos de mayor cambio; pero sus efectos suelen estar ligados a la presencia de cambios significativos en la situación, que exijan un notable esfuerzo adaptativo al individuo.
GLOSARIO
- Autoconcepto. Estructura mental compleja que engloba el conjunto de creencias y atributos con los que una persona se describe a sí misma, bien de forma global, o bien relacionándolos con situaciones y roles determinados.
- Estabilidad absoluta de la personalidad. Grado en que la puntuación absoluta que el individuo presenta en la variable de personalidad evaluada cambia o permanece estable a lo largo de la vida.
- Estabilidad relativa de la personalidad. Grado en que el nivel que cada persona presenta en una variable de personalidad, en comparación con su grupo de referencia, cambia o permanece estable a lo largo del periodo de tiempo sometido a evaluación o, en general, a lo largo del ciclo vital. Se habla en este caso de estabilidad o cambio de las diferencias individuales.
- Factor mediacional. Elemento o variable que explica el porqué de la relación entre un predictor y una consecuencia. Especifica la posible razón de la relación existente entre una variable (predictora) y otra (consecuencia o criterio).
- Factor moderador. Elemento o variable que incrementa, disminuye o altera de cualquier modo la relación entre una variable (predictora) y otra variable (consecuencia o criterio).
REFERENCIAS
- Resumen Jovana RN (2017-18)
- Resumen NESS Uned (2015-16)
- Bermúdez Moreno, J., & e-libro, C. (2011). Psicología de la personalidad (1® ed.). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.
- UNED aLF