INTRODUCCIÓN
La creencia de que la personalidad
cambia poco a lo largo de la vida se apoya en:
- La confianza en que sea estable es
lo que permite predecir la conducta propia y ajena. Nos permite establecer compromisos de desarrollo personal.
Influye en aspectos nucleares de las relaciones. En la medida en que gran parte
de nuestra vida depende de nuestra interacción con los demás, el ser capaz de
imaginar cómo me van a responder en el futuro es esencial.
- Posibilita anticipar y planificar
el futuro. En la medida en que podemos
anticipar cómo seremos dentro de 40 años y cómo serán los que nos rodean,
podemos anticipar nuestro futuro, preparar nuestra jubilación, etc.
- Es la base del sentido de la
propia identidad y el hilo conductor, el factor
unificador que da sentido y coherencia a nuestras vidas.
Cuando en la edad adulta hacemos
balance del pasado, lo que se valora es el grado de cumplimiento de los
intereses, motivaciones, que han guiado nuestra vida (y que constituye una
parte esencial de nuestra personalidad).
La personalidad es permeable a las
circunstancias que acompañan nuestro desarrollo y cambia ciertamente a lo largo de la vida; estos cambios suelen ser
pequeños y graduales por lo que se mantiene la sensación de que la personalidad
es más estable de lo que realmente es.
¿ES ESTABLE LA PERSONALIDAD?
Estrategias de Investigación
Para analizar si la personalidad
se mantiene estable o cambia con el paso de los años, en paralelo al proceso de
maduración biológica y social, se han considerado esencialmente dos criterios:
- Cambios con la edad de las
Diferencias Individuales en personalidad.
Si el nivel relativo que cada uno tiene en las diversas variables de personalidad
cambia o permanece estable a lo largo de la vida. Por ejemplo: si un individuo se
sitúa por encima de la media en Extraversión a la edad de 15 años, y a los 40
años sigue puntuando por encima de la media del grupo poblacional de
referencia, podremos afirmar que la extraversión es una dimensión estable de
personalidad. El procedimiento de análisis ha consistido en calcular la
correlación entre las mediciones de personalidad efectuadas sobre la misma
población en distintos momentos temporales. Hablaríamos de estabilidad, si el
coeficiente de correlación test-retest es elevado.
- Cambios en los niveles medios
poblacionales en las variables de personalidad asociados a la edad. Lo que interesa es ver que si se producen cambios en términos
absolutos en las variables de personalidad paralelos a la edad. ¿Se es más o
menos extravertido en la adolescencia, que en la edad adulta? Se han empleado 2
estrategias de análisis, correlacionar las puntuaciones en las variables de
personalidad con la edad de los sujetos, o alternativamente, calcular si
difieren significativamente las puntuaciones medias en las dimensiones de
personalidad de grupos de sujetos que se diferencian en edad (o de los mismos
sujetos).
- Mientras más pequeño sea el
coeficiente de correlación personalidad-edad, mayor diríamos que es la
estabilidad de la personalidad.
- La personalidad se mantiene
estable, o ha cambiado poco, si no existen diferencias, o éstas son
insignificantes, en los niveles medios de las variables de personalidad que
estemos evaluando que presentan sujetos de distintas edades.
Se han empleado 2 tipos de
estrategias o diseños de investigación: estudios transversales y estudios
longitudinales:
- Estudios transversales. Se toman las mediciones de personalidad en un solo momento sobre
individuos que difieren en edad. Resultan relativamente cómodos de realizar,
los datos se obtienen rápidamente y se puede disponer de resultados en un
período corto de tiempo. Presentan un punto débil importante: que en estos
estudios pueden estarse confundiendo los efectos “madurativos” (debidos al
avance de la edad) con los “generacionales” (asociados a que distintos
subgrupos de edad pueden diferir en otros factores).
- Estudios longitudinales. Las mediciones de personalidad se repiten en dos o más momentos a
lo largo del ciclo evolutivo de un mismo grupo de sujetos. En estos estudios no
se daría el “efecto generacional”,
puesto que todos los sujetos van avanzando en edad al mismo tiempo, y por tanto
atravesando similares circunstancias. Mayor apoyo para afirmar que los cambios
se deben al proceso de maduración asociado al crecimiento en edad y no a otros
factores ajenos a este proceso evolutivo. Es preciso señalar, que esta certeza
nunca sería absoluta, ya que pueden darse diferencias, en el modo en que tales
factores afectan y condicionan el proceso de maduración. La posibilidad de
control sobre la muestra es mucho menor (pérdida de sujetos). Principal razón
para que los estudios de corte longitudinal sean mucho menos frecuentes, pese a
la mayor fiabilidad de los resultados.
Evidencia Empírica
Estabilidad de las Diferencias Individuales.
El nivel que cada persona alcanza
en las variables de personalidad, en relación con su grupo de referencia, ¿se
mantienen o cambia a lo largo de la vida?, ¿se produce, o no, un cambio
relativo en los distintos indicadores de la personalidad?
Diseño
longitudinal llevado a cabo por Costa y McCrae.
En este estudio se evaluaron, en una muestra de adultos de 25 a 84 años, las
dimensiones de Neuroticismo, Extraversión y Apertura Mental, con un intervalo
de 6 años entre la 1ª y la 2ª medición, tomando datos de autoinformes y
heteroinformes. Adicionalmente y con un intervalo entre evaluaciones de 3 años
se tomaron datos de autoinforme sobre las dimensiones de Afabilidad y Tesón. Las
dimensiones de personalidad evaluadas muestran una significativa estabilidad,
tanto cuando se consideran los datos aportados por los propios sujetos, como
cuando se tomaron las evaluaciones ofrecidas por los/las esposos/as de los
sujetos. Cuando estos coeficientes se corrigieron para atenuar la potencial
falta de fiabilidad de las medidas, que obviamente nunca son perfectas, todos
ellos eran superiores a 0’90, indicando que la personalidad, presentaba una extraordinaria
estabilidad temporal.
Estos resultados indicarían que
tales cambios se han debido producir en toda la población, de forma que la
posición relativa de cada individuo en las variables en estudio permanece
estable. Ejemplo: el que estaba por encima de la media poblacional en
Neuroticismo cuando tenía 25 años, sigue estando por encima cuando tiene 40,
aunque en este intervalo de tiempo su puntuación absoluta haya cambiado, pero
no en relación con la media poblacional.
Contraste
entre cambio subjetivo y estabilidad objetiva.
Las impresiones subjetivas de cambio en la personalidad con el paso de los años
son inconsistentes con los datos objetivos que vienen a demostrar que no hay
grandes cambios en personalidad asociados a la edad:
- La mayoría de los sujetos percibían gran estabilidad en su
personalidad (51% que no había cambiado nada; 35% que había cambiado poco). Es
consistente con los datos objetivos, procedentes de autoinformes y
heteroinformes.
- El 14% creía que habían cambiado mucho. Esto no recibe apoyo de
los datos objetivos.
La maduración no necesariamente se
ha de traducir en un cambio cualitativo de nuestra estructura de personalidad,
sino en que hacemos un uso distinto, probablemente más ajustado a la realidad,
de nuestros recursos y potencialidades adaptativas que constituye la parte
sustancial de nuestra personalidad. Desde esta perspectiva, la sensación de que
nuestra personalidad cambia con el paso de los años está en gran medida
condicionada por el hecho de que nos enfrentamos a situaciones y roles
distintos.
Cambio en los Niveles Medios de las Variables de Personalidad.
La personalidad es bastante
estable, al menos cuando se toma como indicador el nivel que cada individuo
mantiene en relación con la población que le sirve de referencia. Sin embargo,
no permite descartar que se hayan producido cambios en términos absolutos en
las características de personalidad en función de la edad.
Es importante distinguir entre
estabilidad absoluta y relativa:
- Estabilidad absoluta de la personalidad: grado en que la puntuación absoluta que el
individuo presenta en la variable de personalidad evaluada cambia o permanece
estable a lo largo de la vida.
- Estabilidad relativa de la personalidad: grado en que el nivel que cada persona
presenta en una variable de personalidad, en comparación con su grupo de
referencia, cambia o permanece estable a lo largo del periodo de tiempo
sometido a evaluación o, en general, a lo largo del ciclo vital. Se habla en
este caso de cambio o estabilidad de las diferencias individuales.
Por ejemplo, el sujeto que estaba
por encima de la media poblacional en Neuroticismo cuando tenía 25 años, sigue
estando por encima cuando tiene 40, aunque en este intervalo de tiempo su
puntuación absoluta haya podido cambiar, pero no en relación con la media
poblacional.
Para estudiar la presencia de
estabilidad o cambio en los niveles absolutos de las variables de personalidad
con el paso de los años, se han empleado 2 estrategias.
- La primera, asociada a los estudios transversales, puede hacerse
de dos formas:
- Calculando el coeficiente de
correlación entre edad/variable de personalidad.
- Contrastando los niveles medios en
las variables de personalidad que presentan sujetos de distintos rangos de
edad.
- La segunda, asociada a estudios longitudinales, consiste en
calcular la diferencia entre las puntuaciones en personalidad que obtienen los
sujetos en los distintos momentos de evaluación que se lleven a cabo a lo largo
del período de seguimiento.
Un ejemplo de la primera
estrategia (estudios transversales:
¿existe correlación entre personalidad y edad?), el estudio de Costa y
McCrae obtiene coeficientes significativos, pero de una magnitud absoluta
pequeña: Extraversión (–0,12), Neuroticismo (–0,12), Apertura Mental (–0,12),
Afabilidad (0,17), Tesón (0,09).
La tendencia sugiere que los
pequeños cambios producidos se orientan en:
- Una disminución con la edad de los valores medios en Extraversión, Neuroticismo y Apertura Mental.
- Un incremento leve en las dimensiones de Afabilidad y Tesón.
Esta evolución parece lineal,
salvo en el caso del Neuroticismo, donde los datos mostraban una cierta
asociación curvilínea (descendía hasta los 75 años, para iniciar un ascenso a
partir de esa edad).
Siguiendo la otra estrategia (estudios longitudinales: ¿se observan
diferencias en puntuaciones medias en las variables de personalidad?),
destaca el estudio realizado por Helson
y Kwan. Las principales conclusiones de este balance de investigación
longitudinal indican que efectivamente se producen cambios en las diversas
facetas de personalidad: las personas mayores tienden a presentar mayores
niveles de autocontrol, responsabilidad y cooperación (aspectos asociados a la
disminución en Neuroticismo e incremento en las dimensiones de Tesón y
Afabilidad), mientras al mismo tiempo presentan una menor flexibilidad,
habilidad e interés para la interacción social (paralelo al descenso en
Apertura Mental y Extraversión).
El meta-análisis realizado por
Robert, Walton y Viechtbauer a 92 estudios y amplias muestras de sujetos arroja
un perfil evolutivo similar, concluyendo lo siguiente:
- La Afabilidad y Tesón muestran un perfil de crecimiento continuo en las etapas del ciclo vital.
- La Estabilidad Emocional muestra un incremento significativo hasta la edad adulta (40 años) para seguir mostrando pequeños incrementos de escasa significación y un ligero descenso a partir de los 70 años (perfil consistente con la evolución que mostraba esta misma dimensión en investigaciones previas en las que se evaluó en términos de Neuroticismo).
- La Apertura Mental muestra un perfil curvilíneo con un crecimiento hasta la edad adulta, estabilizándose con pequeños cambios hasta la década de los 60, donde inicia un descenso significativo.
- En cuanto a la Extraversión, se analizaron dos facetas distintas debido a que el perfil evolutivo de las dimensiones consideradas de forma global puede no reflejar el comportamiento de los aspectos específicos integrados:
- La Vitalidad Social, que abarca sociabilidad y afecto positivo, disminuye con la edad.
- La Dominancia Social, que incluye asertividad, independencia y autoconfianza (especialmente en contextos sociales), incrementa con la edad.
Los datos de este estudio apuntan
a que las primeras etapas de la edad adulta como el período en el que se
producen mayores cambios en personalidad y de signo positivo en la gran mayoría
de las dimensiones, cuestionándose así en cierta medida la idea frecuentemente
sostenida (defensores de la hipótesis de la estabilización del desarrollo de la
personalidad en torno a los 30 años) de que sería la adolescencia la etapa
vital en la que se concentrarían los mayores cambios.
En suma, se puede concluir:
- Existe una notable estabilidad en las diferencias individuales en
personalidad, es decir, la estabilidad
relativa se mantiene a lo largo del ciclo evolutivo.
- El peso absoluto medio de las distintas variables de personalidad
cambia con la edad, es decir, la
estabilidad absoluta varía a lo largo del ciclo evolutivo.
¿CUÁNDO ESTÁ CONSOLIDADA LA PERSONALIDAD?
Han existido cuatro hipótesis a la
hora de establecer un momento en el curso vital de las personas en el que se
supone que la personalidad estaría consolidada y se habría alcanzado el nivel
de máxima consistencia (las dos últimas son relevantes para la investigación).
- Hipótesis psicoanalítica la personalidad está estructurada en la infancia, alrededor de
los 5 años.
- Una segunda hipótesis parte del supuesto de que la personalidad
está consolidada en la edad adulta y que ésta se alcanza en torno a los 20 años
(su autor, Bloom, la revisó,
aceptando cambios posteriores a esa edad).
- La propuesta por Costa,
McCrae y cols. viene a proponer que la máxima estabilidad se alcanzaba en
torno a los 30 años, aunque pudiesen presentarse cambios en edades posteriores.
- La apoyada en los datos del meta-análisis
de Roberts y DelVecchio, sostiene que la personalidad se mantiene flexible
y sigue evolucionando a lo largo de la edad adulta, hasta edades posteriores a
los 30 años
¿Se alcanza el techo de estabilidad de la personalidad en torno a los 30 años?
Costa
y McCrae: si se toman conjuntamente los
resultados de los estudios transversales y longitudinales, “hay poco cambio durante la mayor parte de la edad adulta en los
niveles medios de los rasgos de personalidad”.
La investigación disponible
sugiere que el efecto de los factores
genéticos y del ambiente compartido tiende a disminuir con la edad y que
los cambios que se producen en la personalidad a lo largo del ciclo vital van
teniendo que ver cada vez menos con la predisposición genética y más con las
particulares circunstancias que configuran el entorno psicosocial en que se
desenvuelve la vida de cada persona.
Como los cambios suelen ser
pequeños y tienen lugar a lo largo de períodos dilatados de tiempo (salvo cuando
se afrontan experiencias traumáticas o acontecimientos vitales severos), la
presencia de cambio es menos perceptible y se tiene la impresión de que
prácticamente no hay existe. Cuando el entorno estable de la edad adulta cambia
(jubilación, cambio de amistades, etc.) puede observarse que la percepción de
estabilidad disminuye y se incrementa la sensación de cambios en el modo en que
uno afronta las dificultades y se relaciona con los demás, e incluso en el modo
en que uno se percibe y valora a sí mismo.
¿Sigue Evolucionando la Personalidad en la Edad Adulta?
Afirmar que la personalidad está
consolidada a los 30 años, supone que en torno a esa edad se alcanzan los
niveles máximos de estabilidad en las distintas variables; de forma que si
estos niveles fluctuasen en edades posteriores, habría que sumir que la
personalidad no necesariamente está consolidada a los 30, sino que puede seguir
evolucionando, presentando cambios, en etapas posteriores del curso vital del
individuo.
Esto es lo que viene a demostrar
el estudio llevado a cabo por Roberts y Del Vecchino, en el que llevaron a cabo
un meta-análisis de 152 estudios longitudinales, que permitieron computar 3.217
coeficientes de correlación test-retest.
Parece claro que la personalidad
se mantiene flexible a lo largo de todo el ciclo vital, posibilitando la
introducción de cambios que, por una parte, serían fruto del esfuerzo
adaptativo del individuo y, por otra, suponen el reajuste de las competencias,
potencialidades y recursos desde los que el individuo seguirá haciendo frente a
los retos futuros.
La evolución
de la estabilidad relativa de las variables de personalidad sigue un perfil
curvilíneo, de manera que la estabilidad va creciendo hasta aproximadamente los
50 años, para descender en edades más avanzadas. La
investigación generada hasta el momento no presta, sin embargo, apoyo a esta
hipótesis tal cual está formulada.
CAMBIO Y PERIODOS CRÍTICOS
Existen fases de transición,
períodos críticos, en los que se producen mayor cantidad de cambios. Si el índice de estabilidad no crece,
indicaría que se ha entrado en una fase de cambios (menor estabilidad).
La idea que parece aceptable y
está presente en algunos de los estereotipos más comunes (paso a la
adolescencia, inicio de la juventud, etc.), suele estar asociada al
entendimiento de la evolución vital como una sucesión de etapas
cronológicamente pautadas, por las que se supone pasan todas las personas. En
este sentido podrían interpretarse las fases de estancamiento observables en
los intervalos 40-49 y 60-73, presumiblemente asociados a la supuesta crisis de
la edad adulta media y al período en torno a la jubilación, respectivamente.
Esta sugerencia no posee gran
apoyo empírico, sobre todo cuando depende de la evolución cronológica.
El modo en que se hace frente a
determinadas circunstancias influye en la personalidad, produciendo cambios de
mayor o menor intensidad y duración, en función de la naturaleza de la
situación y de los recursos personales desde los que uno la afronta.
Personalidad y Cambio Contextual
Eccles
y cols. plantearon la siguiente cuestión: ¿Cambia la personalidad en los
períodos de transición; ¿por ejemplo, al pasar de la escuela primaria a la
secundaria?; fase que coincide con el inicio de la adolescencia. Como
indicadores de la personalidad, se analizaron los cambios en Autoestima y
Autoconcepto, expresado en la percepción que tiene el sujeto respecto de su
competencia en distintos ámbitos, como las relaciones interpersonales (ámbito
social), áreas escolares (ámbito académico) o actividades físicas (deportes).
Para dar respuesta a estas
cuestiones se tomaron los siguientes criterios:
- ¿Se producen cambios globales en
las diversas facetas evaluadas? Parece que
sí.
- El nivel de Autoestima disminuye al pasar a la nueva situación (cambio de los momentos de evaluación 2º a 3º), aunque se
recupera a lo largo del curso.
- El Autoconcepto varía según la faceta evaluada:
- Social. Relaciones interpersonales, sube en 6º, desciende
significativamente tras la transición, para recuperarse, pero mínimamente, a lo
largo del año 7º.
- Académica. Desciende a lo largo de todo el año de transición.
- Deporte. Desciende paulatinamente a lo largo de las 4 evaluaciones.
- Los patrones de cambio tienden a ser parecidos en chicos y chicas.
- Estabilidad de las Diferencias. ¿El nivel relativo de Autoestima o el Autoconcepto en sus
diversas facetas cambian significativamente a lo largo del período de
transición? Estaríamos midiendo en este caso “estabilidad relativa”, por
ejemplo, ¿el que en primaria tenía poca autoestima, sigue o no, teniendo poca
autoestima en secundaria; o, por el contrario, podría suceder que uno que en
primaria tenía mucha autoestima, en secundaria tenga muy poca, ¿por el simple
hecho de haber atravesado una etapa de transición? Se contrastaron las
correlaciones, para cada una de las variables. El balance de estos análisis
indica que, por lo que respecta a Autoestima, no solo no parece haber
deterioro, sino que la estabilidad se incrementa a lo largo de 2º año, a
medida, al mismo tiempo, que los sujetos crecen en edad. Los datos relativos al
Autoconcepto indican que: en las facetas Social y Deportes la estabilidad
aumenta con la edad, aunque no quiere decir que no se haya producido un pequeño
descenso o inestabilidad durante el cambio.
En el caso de la Académica, hay un
descenso más pronunciado que en las otras 2 facetas, mostrando, por tanto, una
mayor inestabilidad en ese periodo.
La estabilidad de los diversos
criterios evaluados parece incrementarse incluso durante este período de
transición. Cuando la transición provoca un cambio significativo, ello suele
ocurrir en aquellos ámbitos en los que la situación ha cambiado más
significativamente, dando lugar a que cambien de manera sustantiva las
experiencias del individuo en las que basa su Autoconcepto.
Por lo que respecta a las
diferencias de sexo, los chicos en general parecen más estables que las chicas.
Si analizamos cada faceta, en la Académica y Social, las diferencias no son muy
relevantes; en cambio, sí lo son en la faceta Deportes, hecho que confirmaría
las expectativas de las teorías sobre diferencias de género.
- ¿Son estos efectos algo puramente
subjetivo, o se corresponden con la realidad, de forma que coincidirían con la
valoración que hiciera una persona que observa al sujeto? Los datos tienden a mostrar que la certeza con la que los sujetos
(más los chicos que las chicas) se evalúan, se incrementa a lo largo del
período de evaluación. Esto iría en la misma dirección de aumento de maduración
y consolidación de la identidad personal, que se estaría produciendo en esta
etapa del ciclo vital de los individuos y que no se ve alterada sensiblemente
por cambios situacionales como los estudiados en esta investigación.
Personalidad y Situación Traumática
Investigación de Elder y Clipp en la que analizaron el
impacto de la experiencia de combate en soldados americanos y de quienes se
disponía de evaluaciones de su personalidad cuando eran adolescentes.
De los datos recogidos durante el
seguimiento que se extendió hasta que los sujetos habían entrado ya en la
década de los 60 (40 años después de la experiencia de combate), merecen destacarse 2 aspectos: en primer lugar, la
persistencia de balance que hacían de la experiencia de guerra; en segundo
lugar, el impacto que tal experiencia crítica ha ejercido en sus vidas.
1.-
Persistencia: 40 años después seguían manteniendo
muy vivos algunos de los aspectos más negativos de aquella situación, como, por
ejemplo, la ansiedad y sufrimiento padecidos, muchos de ellos aún tenían
pesadillas relacionadas con escenas de combate y manifestaban sentir aún el
dolor por la muerte y pérdida de amigos. Sin embargo, reconocían que de aquella
experiencia también habían sacado consecuencias positivas, que aún les era de
utilidad en sus vidas. Habían aprendido estrategias para hacer frente a la
adversidad; habían incrementado su capacidad de autodisciplina y habían
aprendido a valorar la vida.
2.-
Impacto: la posible incidencia sobre aspectos diversos de su personalidad.
Para ello se procedentes de evaluaciones efectuadas en la adolescencia, con
nuevas evaluaciones llevadas a cabo cuando tenían 40 años. Se apreció una
significativa incidencia de la experiencia por la que habían pasado unos 20
años atrás. Habían incrementado su nivel de asertividad, capacidad y
flexibilidad adaptativas, capacidad de esfuerzo y autocontrol, y se mostraban
significativamente más seguros de sí mismos y con capacidad para hacer frente a
las dificultades.
FACTORES MODERADORES
Factores a partir de los estudios meta-analíticos llevados a cabo
por Ardelt, Bazana y Stelmack y Roberts y cols. La bondad que ofrecen estas
investigaciones se apoya en el hecho de que el empleo de meta-análisis ha
posibilitado que se analicen los resultados de un volumen considerable de
estudios, rangos de edad entre 10 y más de 70 años, intervalos entre <3 y
>40 años, tipos de variables e indicadores de personalidad e instrumentos de
evaluación.
INTERACCIÓN PERSONALIDAD-AMBIENTE
La
personalidad sigue evolucionando a lo largo de toda la vida; evolución de la que es producto y al mismo tiempo agente activo
de cambio. La personalidad es potencial de acción y adaptación y como tal actúa
y se actualiza en interacción con el medio. No se desarrolla en el vacío, sino
que es producto del conjunto de
circunstancias que rodean la vida del individuo; es producto igualmente de
los esfuerzos adaptativos del sujeto, pero, al mismo tiempo, es agente y parte
activa de la evolución y cambio de esas mismas circunstancias contextuales;
parte muy activa del proceso adaptativo mediante el que se va desarrollando el
proyecto vital de cada persona, grupo, de la sociedad en general.
El papel activo de la personalidad
explica que existen “Diferencias Individuales” en el proceso adaptativo que
define a cada persona. Dicho proceso es peculiar, diferente, propio de cada
individuo, en base, a la interacción recíproca que en cada momento se está
produciendo entre su potencialidad y recursos, por un lado, y entre las
restricciones y demandas contextuales, por otro.
Personalidad y Contexto Socio-Histórico
El contexto cultural en el que se desenvuelve
la vida del individuo condiciona su personalidad, de forma que ésta irá
reflejando los cambios que en aquél se vayan produciendo y esto es así, o se
cree y espera que sea así, tanto a nivel individual como a nivel poblacional.
Estudios
de Twenge. Analiza los valores medios
poblacionales en Extraversión y Neuroticismo/Ansiedad a lo largo de los últimos
30-40 años y cómo la evolución de las puntuaciones en estas dimensiones podría
estar asociada a los cambios producidos en la sociedad durante este mismo
período de tiempo:
- Extraversión. Incremento significativo durante el período evaluado (1966-1993).
Correlación entre 0’65 y 0’78- entre la medida de la extraversión y el año en
que se realizó la evaluación: supone un incremento entre 0’79 y 0’97
desviaciones típicas, que explicaba entre el 14% y el 19% de la varianza.
Considerando los datos medios poblacionales, este cambio se tradujo de una
puntuación media en extraversión de 11’59 en 1966 a 15’48 en 1993, agrupando
datos relativos a hombres y mujeres. Este aumento puede deberse al incremento
en la movilidad de la población (hablar con más gente, conocer más culturas) y,
de manera más especial, cambios en el
estilo educativo (orientado a mayor permisividad).
- Neuroticismo/Ansiedad. Incremento significativo en los niveles medios poblacionales (en
torno a 1 desviación típica), que explicaba en torno a un 20% de la varianza.
Este incremento parece asociarse a un cierto deterioro en la calidad de las
relaciones interpersonales (mayor número de personas que viven solas, menos
tasa de nacimientos) junto al incremento (subjetivamente percibido) de ciertas
amenazas procedentes de la criminalidad, nuevas enfermedades, problemas de
desempleo, etc.
Ajuste Personalidad – Contexto Social
¿Qué papel juega la personalidad
en todo el proceso de cambio?, ¿qué consecuencias tiene el cambiar la
personalidad para adaptarse al cambio social o, por el contrario, mantenerse
ajeno a la presión social y, de alguna manera, “ir a contracorriente”?
Roberts
y Helson (1997). Intentan dar respuesta a lo
anterior mediante su investigación (muestra de mujeres a las que se siguió
desde los 21 a los 52 años, con evaluaciones a los 21, 27, 43 y 52), en la que
se analizó:
- Como incidió el incremento del
individualismo, imperante en los 60 y 70 en la sociedad americana, en la
evolución de la personalidad.
- El significado adaptativo
del ajuste o desajuste que en el individuo pudo producirse entre su
personalidad y el estilo de vida dominante en la sociedad.
Cambio Social y Personalidad
El estilo de vida dominante en la
sociedad (años 60 y 70) produjo un incremento en individualismo en la muestra,
para descender en los años 80. Las mujeres de la muestra asimilaron el estilo
de vida imperante, identificada por:
- Mayor confianza en sí misma y menos en los líderes políticos.
- Mayor espontaneidad y expresividad emocional.
- Incremento en desinhibición conductual y defensa de valores, ideas
y manifestaciones no convencionales.
La
asimilación de la presión cultural corrió paralela a un descenso en aspectos
como Adherencia a las Normas, incremento en Narcisismo (que engloba:
impulsividad, asertividad, rebeldía, o satisfacción e indulgencia consigo
mismo), Individualismo (originalidad, amplitud de intereses) y Energía
(agresividad, asertividad o dominancia).
La Personalidad como Agente del Cambio
La
importancia de los resultados anteriores reside en que evidencian el papel
activo de la personalidad a lo largo de todo el proceso evolutivo. Los distintos factores de influencia social existentes en cada
momento histórico, afectan a la personalidad, pero al mismo tiempo, pueden
afectar de distinta manera en cada individuo, en base, precisamente, a la
peculiaridad e idiosincrasia (personalidad) con que cada persona se acerca y
negocia (asimilando, cambiando o rechazando) la influencia contextual.
Si bien la presión social produjo
cambios en toda la muestra, no todos los sujetos mostraron este cambio en la
misma etapa de sus vidas.
- Entre los 21-27 años, tan sólo el 47% de la muestra mostró
incremento en la medida de individualismo.
- Entre los 27-43 años, el porcentaje ascendió al 73%.
- Entre los 43-52 años se produjo un claro descenso en
individualismo en el 60% de la muestra, mientras aún un 29% mostraba incremento
en individualismo.
La evolución observada en la
muestra es reflejo de la propia evolución del clima individualista en la
sociedad americana entre las décadas de los 60 y 80, que alcanzó su apogeo dese
mediados de los años 60 hasta principios de los 80 (período equivalente al
tramo de edad de 27 a 43 años de la muestra), para suavizarse
significativamente a partir de entonces. Desde esta perspectiva no es extraño
que la mayoría de la muestra cambie hacia el individualismo cuando estaba entre
los 30 y mitad de sus 40 años, para regresar hacia posturas más “socializadas y
comunitarias” coincidiendo precisamente con la disminución de la presión social
hacia el individualismo.
La evolución del cambio personal
en sintonía con el cambio social se debe, a las consecuencias que tiene para el
individuo el ajustarse a lo que comúnmente se ha denominado en la literatura
sobre el tema “reloj social” (conjunto
de expectativas que la sociedad mantiene acerca de los roles, valores,
actitudes y conductas que cada uno debería desarrollar en las distintas etapas
de su vida). La trayectoria vital se puede analizar como una secuencia de
roles, definidos culturalmente para cada edad, que cada uno va enfrentando en
las distintas edades y que vienen a constituir la realidad psicológica a la que
cada uno se enfrenta con sus recursos personales y sociales.
La transición y ajuste exitosos a
los roles previstos socialmente para cada edad vienen a constituir la realidad
nuclear a la que el individuo se enfrenta a lo largo de su vida. La tarea para
el estudioso de la personalidad será entonces analizar cómo los individuos,
desde su particular dotación biopsicosocial confrontan y se adaptan a tales
transiciones y roles, sin olvidar que estos al mismo tiempo acontecen en un
mundo históricamente cambiante. La diferencia entre unas personas y otras no
estaría en las unidades específicas, sino en el patrón interactivo que caracteriza
el modo en que cada uno intenta adaptarse a los retos propios de cada edad.
Diferencias Individuales en Estabilidad / Cambio
La distribución de los porcentajes
de la muestra, pone en evidencia que, pese a las presumibles ventajas que pueda
reportar el introducir cambios en nuestras vidas en el momento apropiado y en
sintonía con los vectores de influencia social existentes en cada momento, no
todos los sujetos cambiaron al mismo tiempo.
¿Quiénes cambiaron en el momento
oportuno, adaptándose al reloj social y cultural? Aquellos que previamente
presentaban un mejor ajuste personal y social. Los datos indican cómo las
mujeres que cambiaron “a tiempo”, en contraste con las que lo hicieron
demasiado pronto o tarde, mostraban una mayor confianza en sí mismas,
presentaban menores niveles de ansiedad, eran abiertas, éticamente consistentes
y menos vulnerables psicológicamente.
Aquellos sujetos que presentaron
un mayor ajuste psicosocial y fueron acompasando su evolución personal con la
evolución de las presiones culturales, a diferencia de quienes asumieron el
cambio en un momento inadecuado de sus vidas, mostraban un mayor grado de
ajuste personal, reflejado en mejores indicadores de salud, un clima familiar
basado en la interacción igualitaria entre los miembros y bajo en
jerarquización y una más sólida red de apoyo social.
Helson
y Soto. Con una muestra de mujeres, analizaron los cambios en
personalidad asociados a la evolución de los roles sociales (ámbito familiar y
laboral) y estatus profesional de mujeres entre los 27 y los 61 años.
Se observó cómo, en paralelo al
mayor nº de roles sociales e implicación en el trabajo, se produjo un
incremento en aspectos relacionados con las dimensiones de Tesón y Extraversión
(esfuerzo, disciplina, responsabilidad, adherencia a las normas sociales,
confianza en sí mismo, etc.) que iniciaban un descenso a partir de la mitad de
la década de los 50 a medida que iba disminuyendo la presión socio-laboral
sobre las participantes en la investigación.
Adquiere la evidencia aportada por
la investigación sobre genética y personalidad, acerca del peso que tienen las
circunstancias contextuales “no compartidas”, circunstancias que acontecen
específica y diferencialmente al individuo, y también y de manera muy
especial, al carácter modulador que
las características del individuo introducen en la situación, de forma que es
vivida hasta cierto punto como única, aun cuando por las propias
características intrínsecas de la situación pueda ser común a otras muchas
personas.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
- Existe una significativa estabilidad en las diferencias individuales en personalidad.
- La magnitud de los coeficientes de estabilidad relativa, sin ser perfecta, es notablemente alta (coeficiente medio en torno a 0,58), dependiendo en gran medida del intervalo test-retest.
- Podría sugerirse un perfil evolutivo que se orientaría hacia una disminución de los valores absolutos en las dimensiones de Extraversión, Neuroticismo y Apertura Mental, mientras que parecen incrementarse con la edad los niveles de dimensiones como Tesón y Afabilidad.
- La personalidad se mantiene flexible a lo largo de todo el curso vital prácticamente, incorporando cambios que, aunque normalmente pequeños y que se producen a lo largo de períodos dilatados de tiempo, reflejan la maduración del individuo y le facilitan el proceso adaptativo.
- En circunstancias ordinarias, el cambio, fruto del necesario intercambio con las demandas de la situación y los distintos roles que uno va asumiendo, se produce de manera gradual y se asimila en la evolución global de la personalidad dando la sensación de continuidad a lo largo de la vida. Ello no impide que existan períodos de mayor cambio; pero sus efectos suelen estar ligados a la presencia de cambios significativos en la situación, que exijan un notable esfuerzo adaptativo al individuo.
GLOSARIO
- Autoconcepto. Estructura mental compleja que engloba el conjunto de creencias y atributos con los que una persona se describe a sí misma, bien de forma global, o bien relacionándolos con situaciones y roles determinados.
- Estabilidad absoluta de la personalidad. Grado en que la puntuación absoluta que el individuo presenta en la variable de personalidad evaluada cambia o permanece estable a lo largo de la vida.
- Estabilidad relativa de la personalidad. Grado en que el nivel que cada persona presenta en una variable de personalidad, en comparación con su grupo de referencia, cambia o permanece estable a lo largo del periodo de tiempo sometido a evaluación o, en general, a lo largo del ciclo vital. Se habla en este caso de estabilidad o cambio de las diferencias individuales.
- Factor mediacional. Elemento o variable que explica el porqué de la relación entre un predictor y una consecuencia. Especifica la posible razón de la relación existente entre una variable (predictora) y otra (consecuencia o criterio).
- Factor moderador. Elemento o variable que incrementa, disminuye o altera de cualquier modo la relación entre una variable (predictora) y otra variable (consecuencia o criterio).
DESCARGAR PDF
REFERENCIAS
- Resumen Jovana RN (2017-18)
- Resumen NESS Uned (2015-16)
- Bermúdez Moreno, J., & e-libro, C. (2011). Psicología de la
personalidad (1® ed.). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.
- UNED aLF